
Cuanto más insulina se libere, más se sobrecarga el páncreas y más se potencia el almacenamiento de grasa. Como señalamos en las lecciones 4 y 5, un nivel elevado de insulina propicia la formación de tejido adiposo, que, a su vez, aumenta la resistencia a esa hormona. Los lípidos, por el contrario, no tienen este efecto. La dieta MET no se basa en la eliminación de las grasas o los carbohidratos, sino en la elección de las clases adecuadas de estos macronutrientes, así como en las proteínas de calidad.
Entre los carbohidratos que recomienda la dieta MET, se encuentran los de bajo índice glucémico, como el brécol, la coliflor, los guisantes, las coles de Bruselas, los calabacines, los espárragos, el apio, las espinacas, las judías, las verduras de hoja verde, los tomates, las legumbres, los pimientos, la avena (no instantánea), el yogur, la col, las berenjenas, el arroz integral, los pomelos, los kiwis, las nectarinas, el melón, las bayas, las manzanas, los melocotones, las ciruelas y las peras. En cuanto a las proteínas (que trataremos a fondo el mes que viene), confía en los pescados magros, el pollo sin piel, las pechugas de pavo, las claras de huevo y los batidos de UDA Protein. Las grasas también constituyen una parte importante de la dieta MET, pero debemos saber cuáles escoger, cómo actúan, cuáles nos resultan perjudiciales y cuáles beneficiosas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario